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El volumen Las Tres Hermanas. Une résidence ibérique éphémère des Ve-IVe s. av. J.-C. Una residencia ibérica efímera de los ss. V-IV aC., publicado en 2023 por el Instituto de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la Universidad de Alicante, presenta los resultados de la investigación realizada entre 2014 y 2018 en este yacimiento ibérico de características singulares. Los trabajos arqueológicos fueron llevados a cabo por un equipo hispano-francés, encabezado por Jesús Moratalla, Pierre Rouillard, Laurent Costa y María T. Berná, editores científicos del libro, y en el que también han colaborado Jaime Cuevas González, Pascual Perdiguero, Pedro Ramón Baraza y Céline Tomeyck. A través de 222 páginas organizadas en ocho capítulos más la bibliografía y un anexo, se analizan las estructuras y materiales documentados en este yacimiento, así como su función y su relación con el entorno.
La obra se presenta en un original formato bilingüe que combina el castellano y el francés. Excepto en el caso de la Introducción y de las Conclusiones –de los que se incluye una versión en cada una de las lenguas–, en el resto de apartados se alternan ambas, en ocasiones incluso en un mismo capítulo. La estructura del libro es clara: después de un primer capítulo dedicado a la presentación del yacimiento y su situación (que ya avanza la interpretación de su posible función), en el siguiente se aborda fundamentalmente la descripción de la estratigrafía y de las estructuras documentadas. Para cada uno de los edificios se aporta una detallada descripción de los aspectos constructivos más relevantes, así como los materiales recuperados.
El yacimiento, como se ha sugerido, presenta ciertas peculiaridades, ya que el urbanismo y la organización del espacio construido carecen de algunos elementos habituales en las aglomeraciones ibéricas tanto del área contestana como de otros territorios. Su superficie, de 3,5 ha, podría corresponder a un núcleo urbano destinado a alojar una población de una cierta entidad. Sin embargo, en su interior, en lugar de las características hileras o bloques de casas adosadas compartiendo paredes medianiles y separadas por calles, o de las plantas ovaladas delimitadas por un muro de cierre según el modelo que Pierre Moret definió como village clos, Las Tres Hermanas presenta un urbanismo que se define por una trama laxa, a base de edificios aislados unos de otros, separados por extensos espacios sin construcciones, y donde no se identifican calles o plazas.
Otro elemento que lo distingue claramente de sus contemporáneos es la ausencia de una muralla propiamente dicha o bien de un muro perimetral al que se adosen las casas, o de otros dispositivos de defensa como torres o fosos. En lugar de ello, los arqueólogos han documentado, de forma intermitente, una construcción que han convenido en denominar “senda”, ya que se presenta como una especie de camino de circunvalación al asentamiento. Aunque la posición del hábitat en altura le proporciona defensas naturales, no deja de sorprender la ausencia de toda protección adicional construida por sus ocupantes, así como la presencia, en su lugar, del mencionado camino que facilita el acceso a las edificaciones. La técnica de construcción de la llamada “senda”, con un ancho que oscila entre 0,90 y 1,30 m, delimitado por dos hileras paralelas de lajas dispuestas verticalmente y con el suelo empedrado, carece de paralelos en el mundo ibérico. La excepcionalidad de esta construcción, junto a las características de las partes conservadas, permiten sugerir una interpretación alternativa a la dada por el equipo de excavación, a saber, la de un muro compuesto por dos paramentos de lajas verticales y un relleno de tierra que no se haya conservado a causa de la erosión, como en general ha sucedido con los elementos de tierra en el resto del yacimiento. Salvando las distancias geográficas y de contexto cultural, esta técnica constructiva recuerda a la de algunos tramos del llamado “Grand Mur”, documentado y excavado por el equipo de Althiburos, en Túnez, en este caso relacionado con la necrópolis de Althiburos-Macizo de El Ksour.
El estado de conservación del núcleo de Las Tres Hermanas puede calificarse en general como pobre, ya que ha sido altamente afectado por la erosión; ello no impide al equipo investigador presentar una descripción pormenorizada de los restos constructivos. Los materiales documentados son la piedra y la tierra, aunque el último se ha conservado raramente, a causa de los factores erosivos. La piedra sería probablemente el material más utilizado, en particular para las paredes, ya que la ubicación del yacimiento en altura y en un terreno rocoso facilitaría su obtención en su entorno inmediato. Ello también parece confirmado por el uso de la propia roca recortada, que a menudo funciona como pavimento, solo ocasionalmente cubierto por barro. En este sentido, Las Tres Hermanas no difiere de la mayoría de asentamientos ibéricos, en los que se alternan la piedra y el barro, predominando uno u otro en función de las características geológicas y orográficas de sus emplazamientos. El uso de la roca recortada como pavimento también es un elemento bien documentado en la construcción ibérica, en especial en los asentamientos situados en la vertiente de una colina.
Dada la preponderancia de la piedra en la construcción, es a este material al que se dedica la parte principal del estudio de las técnicas constructivas. Se presenta un detallado estudio de los muros, tipos de piedra y disposición en los paramentos. Llama la atención una modalidad constructiva que consiste en disponer las lajas de piedra de forma vertical, técnica que está documentada en la Primera Edad del Hierro en yacimientos de Cataluña como Aldovesta o Barranc de Gàfols, pero que no es habitual en el período ibérico.
La tierra, menos abundante, se reservaría especialmente para los acabados. Las menciones sobre este material son puntuales y se limitan a su uso como revestimiento y posiblemente como alzado. En relación a este último aspecto, se plantea el uso del tapial para algunos muros. Teniendo en cuenta la escasez de los restos constructivos de tierra recuperados, y en particular la ausencia de restos de elevaciones a base de este material conservados in situ, resulta algo aventurado sugerir la utilización del tapial. Aunque la posibilidad de su uso en yacimientos ibéricos ha sido propuesta y por numerosos investigadores, entre los cuales se incluye la autora de esta reseña, cada vez son mayores las dudas que se plantean sobre el empleo de un encofrado para construir muros de tierra en cronologías prerromanas. Los ejemplos de alzados de tierra conservados in situ son escasos y no se han realizado (o no se han publicado) estudios de micromorfología que permitan confirmar la técnica utilizada. En el estado actual de la investigación, parece más probable pensar en muros de tierra amasada (fr. façonnage direct o bauge) y no compactada dentro de un encofrado. En todo caso, sería más prudente hablar de forma genérica de “muros de tierra” cuando se desconoce totalmente la técnica de puesta en obra del material, o bien de “muros de tierra maciza” (terre massive / massive earth) para designar construcciones que claramente no se han realizado a base de adobes sino mediante barro aplicado directamente sobre el zócalo de piedra.
Aún dentro del capítulo 2, el apartado 2.4 se dedica a las estructuras construidas. Los edificios y sus características constructivas son descritos de forma detallada, aunque se incide poco en el análisis funcional de los espacios a partir de los elementos de equipamiento (en particular, los hogares –o la ausencia de los mismos–como principales indicadores de un uso doméstico, a falta de otros elementos significativos desde el punto de vista funcional). La ilustración es abundante y las plantas de detalle de los edificios son de gran utilidad para la comprensión del texto, pero el formato del libro obliga a que los planos generales tengan un tamaño demasiado reducido y con leyendas poco legibles.
Este apartado permite ver que las construcciones documentadas en Las Tres Hermanas también presentan, como el urbanismo, características peculiares, con algunos edificios cuya planta difiere de lo que conocemos en otros asentamientos ibéricos. En este sentido, destacan los conjuntos THi y TH0. El primero de ellos consiste en una construcción compleja compuesta por dos edificios (o casas) que comparten un espacio abierto, y de las que solo se ha excavado el oriental (Casa 1), formado por tres recintos no comunicantes. Si bien los asentamientos ibéricos reflejan una enorme variedad en las plantas de las casas, el conjunto THi difiere de los modelos más habituales. Se da la circunstancia que este edificio es el que ha proporcionado mayor cantidad y variedad de formas y tipos cerámicos. Ello, junto a la abundancia de restos de litargirio, lo convierte en un edificio destacado, tal vez destinado a un uso no doméstico, o no solamente doméstico, lo que tal vez también explicaría las características de su estructura. En cuanto al edificio TH0, de planta tripartita, se aproxima más a modelos orientales que a las viviendas ibéricas, y su paralelo más cercano, tal y como mencionan los propios autores, es el llamado “Templo A” de El Campello. La excavación de forma incontrolada de este edificio a principios de los años 80 dificulta su interpretación funcional, pero, afortunadamente, en el momento de finalizar el manuscrito los autores tuvieron acceso a un lote de materiales procedentes de dichas excavaciones, que permitió completar la caracterización del edificio. Dicho lote está integrado por ánforas, una fíbula de la Tène I, una fusayola, cinco pondera, una cuenta de plomo y un conjunto de caracoles perforados, materiales que parecen confirmar el carácter singular del edificio TH0. Además, según se destacará más adelante (capítulo 6) estos dos edificios (TH0 y THi) están situados en puntos clave del asentamiento, coincidiendo con dos de los ángulos del polígono que delimita el conjunto.
Finalmente, otras construcciones, como THf o THj, corresponden a modelos sencillos con plantas comunes en la arquitectura ibérica. En este sentido, habría sido interesante comparar las plantas de los distintos edificios con los modelos documentados en el territorio contestano y otros colindantes, sobre cuya arquitectura doméstica existen abundantes trabajos. Tan solo el edificio TH0 es objeto de atención en este sentido, y no es hasta las conclusiones que se plantea esta cuestión.
La obra dedica también un espacio importante al estudio de los materiales muebles, que se desarrolla en los capítulos 3 a 5, y donde se incluyen también los materiales recuperados previamente a las intervenciones realizadas por el equipo hispano-francés, tanto los procedentes de excavaciones regladas como de acciones incontroladas. Se analiza la composición de los contextos cerámicos edificio por edificio, poniendo en relación las especificidades del repertorio cerámico en cada caso con las posibles funciones de los espacios. En su conjunto, destaca el predominio de la vajilla de mesa y la escasez de ánforas y contenedores de almacenaje, aunque la representación tipológica varía en función de los espacios, y parece confirmar el carácter singular de algunos de ellos. La presencia de otros materiales distintos de la cerámica y habituales en contextos domésticos, como los pondera o las fusayolas, es escasa.
Ello no obstante, destacan algunos materiales merecen especial atención, como el litargirio, al cual se dedica el capítulo 4, así como tres objetos singulares que se analizan en el capítulo siguiente (una fíbula, un fragmento de arma y un posible molde). Del litargirio se ha recuperado un conjunto de tortas en el edificio THi, con un peso total en torno a los 60 kg. En este capítulo se presentan los resultados de los análisis de MEB e isótopos de plomo, que indican una procedencia de Cartagena, y se discuten distintas posibilidades que justifiquen su presencia, que probablemente hay que relacionar con la obtención de objetos de plomo o bronce. La presencia, frente a la estancia C del edificio THi, de una placa de arcilla cubierta por tierra cenicienta, tal vez podría interpretarse como los restos de una estructura de combustión relacionada con esta actividad, aunque esta posibilidad no se menciona en el texto.
Analizados los edificios y sus conjuntos materiales, el capítulo 6 pone en relación el yacimiento con el territorio. También en este aspecto, Las Tres Hermanas destaca por su situación ya que, si bien la elección de un lugar elevado es habitual en asentamientos ibéricos, en este caso se ha buscado una ubicación apartada de los lugares de hábitat del entorno. Su situación le permite un excelente control visual, en particular del eje de comunicación entre Aspe y Elche, pero no tiene contacto visual directo con el principal asentamiento del entorno, Castillo del Río. Por otra parte, sus edificios son de pequeño tamaño, dispuestos de forma dispersa, y no presentan los elementos propios de los espacios domésticos. Por todo ello, no parece tratarse de un oppidum característico, un asentamiento destinado primordialmente a lugar de habitación, y los autores apuntan a un posible uso no permanente del lugar para la celebración de ceremonias de finalidad indeterminada, además de ser un punto de control. Esta es, en efecto, la interpretación que parece más plausible para este yacimiento singular, aunque en cierto modo contrasta con lo que podría sugerir el título de la obra, que lo designa como “residencia”.
La interpretación funcional del conjunto se continúa desarrollando en el capítulo siguiente, sobre todo a partir del edificio tripartito TH0, sobre el que ya hemos hablado. Este edificio podría interpretarse como un lugar de reunión, función que se hace extensiva a la globalidad del yacimiento a partir de los argumentos ya mencionados en el apartado anterior: número reducido de edificios, de pequeño tamaño y dispuestos de forma dispersa, con una composición de cultura material donde predomina la vajilla de mesa, escasez de otros indicadores de actividad doméstica, etc. Todo ello permite definirlo como un punto de reunión con un funcionamiento estacional y destinado a rituales de comensalidad con finalidad política o religiosa. Algunas preguntas quedan en el aire: Si Las Tres Hermanas no era un núcleo de hábitat permanente, ¿de dónde procedían las personas que acudían para realizar ceremonias? Su corta duración, entre finales del siglo V e inicios del IV a.C., sugiere –según señalan los autores– un posible cambio político como posible motivo para su abandono definitivo. ¿Podemos relacionar el abandono de este enclave con el final de alguno de los asentamientos de la zona, o con la creación de otros nuevos? Esperemos que la continuidad de la investigación en otros yacimientos del territorio permita dar respuesta a alguna de estas preguntas.
Además de los trabajos de excavación y estudios, el proyecto desarrollado en torno a Las Tres Hermanas ha dado lugar a distintas acciones de valorización social y didáctica, entre las que destacan las Jornadas de puertas abiertas y la integración de recursos museográficos y actividades en torno al yacimiento y la cultura ibérica en el Museo Histórico de Aspe. El conjunto de estas acciones se recoge en el capítulo 8, a continuación de las conclusiones.
Finalmente, y después del apartado de Bibliografía, se incluye un anexo con el estudio del lote de materiales de una donación que se realizó una vez terminado el manuscrito, a la que ya hemos aludido más arriba, y que los autores atribuyen a la excavación del edificio TH0.
En definitiva, el manuscrito ofrece un completo recorrido por un yacimiento cuyo estudio no carece de dificultades, en particular por las afectaciones sufridas a causa de la erosión y del expolio, que han provocado la pérdida de parte o toda la estratigrafía en algunos recintos, así como un porcentaje de los materiales muebles difícil de calcular. Estos problemas, así como los retos interpretativos planteados por las propias características del yacimiento, su ubicación y sus construcciones, no han impedido al equipo investigador realizar una excelente obra sobre un yacimiento singular que, sin duda, y aunque por un tiempo breve (“efímero” como reza el título) jugó un papel fundamental en el territorio.

 

M. Carme Belarte, Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC)
Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA)

Publié dans le fascicule 1 tome 127, 2025, p. 310-315.